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La base es la comunicación

La comunicación interdepartamental en las empresas mejora sustancialmente la productividad, ya que se consigue fomentar la confianza entre los equipos así como el compromiso de los trabajadores. Fomentar este clima de trabajo, donde se potencie la creatividad de los profesionales, da la confianza a estos para proponer ideas creativas que benefician a la empresa.

Los expertos en gestión de equipos proponen distintas fórmulas, la primera de ellas el llamado bridge building, una metodología que consiste en crear puentes entre personas de distintos equipos.

Otra de las fórmulas son los workshops. Se trata de equipos de trabajo formados por los profesionales pertenecientes a distintos departamentos de la empresa donde se ponen en común nuevas ideas y propuestas, y que está liderado por un moderador que monitoriza el debate y prioriza los temas a tratar.

Y por último, la movilidad interna se ha venido utilizando, pero es un método el cual cada vez se utiliza menos. Hasta ahora, los profesionales rotaban entre distintos departamentos para conocer de primera mano las tareas de cada uno de ellos así como el funcionamiento general de la empresa.

A pesar de los beneficios de implementar estas técnicas en la organización, los expertos señalan que en España todavía hace falta una cultura corporativa que apueste por ello y lo implemente de manera correcta y efectiva.

En nuestro país, la productividad todavía se mide por las horas que pasamos en la oficina, mientras que en otros países es sinónimo de un rendimiento bajo. En otros países, como el Reino Unido, es muy común que el director sea socio de la compañía, lo cual asegura una mayoría implicación de éste en la corporación. O en Estados Unidos, donde es habitual trabajar por proyectos, haciendo innecesaria la presencia de los trabajadores en la oficina, ya que se trabaja por objetivos.

Por tanto, las empresas españolas deben encontrar el mejor método para medir la productividad, y no siempre pasa por hacer una gran inversión en tecnología. Los líderes de las compañías deben entender que dar libertad y espacio a los profesionales crea un clima de confianza, que repercute en un incremento de la productividad, pero para ello se necesita un ejercicio de madurez de ambas partes, directivos y trabajadores, para entender la responsabilidad que conlleva y ser consecuente con sus funciones.

En este sentido, las start up, las empresas recién creadas, ya implementan este tipo de cultura corporativa, siendo menos jerarquizadas y con organigramas más sencillos, que suelen tener estructuras horizontales que fomentan la participación de los empleados en las diferentes funciones de la empresa.