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Las características del emprendedor
Además de la habilidad para asumir riesgos, gestionar el error, ser humilde y tener la capacidad de observación y creatividad, hay otras características básicas que configuran la mentalidad de los emprendedores.
Para todos, el punto de partida es tener un proyecto ilusionante, a pesar de que no es sinónimo de éxito empresarial. La motivación por el proyecto es lo que distingue a un emprendedor, además de la capacidad para asumir un reto con una actitud valiente, alejada de las zonas de seguridad y comodidad y con ambición, positividad y compromiso. A pesar de ello, el emprendedor debe saber mantener los pies en la tierra: controlar el exceso de optimismo y de confianza. Dicho de otra manera, evitar morir de éxito.
Además de la ilusión, es importante tener formación para adaptar el proyecto a las necesidades del mercado, saber trabajar desde y para el mercado. Por ello es necesario estudiar y formarse continuamente, estar dispuesto a desaprender y asimilar formas diferentes de hacer las cosas.
Forma parte del ADN del emprendedor, además saber detectar y esperar el momento adecuado para lanzar la nueva iniciativa empresarial, el saber manejar la incertidumbre: asumir los riesgos, gestionar los reveses y los cambios que impone el mercado.
De la misma manera, resulta imprescindible tener actitud frente al fracaso, verlo como una parte más del proceso o, lo que es lo mismo, asumir que los errores forman parte de la vida empresarial y que nada sale bien a la primera. Ver el fracaso como a una oportunidad de mejora y diferenciación.
Para todos, el punto de partida es tener un proyecto ilusionante, a pesar de que no es sinónimo de éxito empresarial. La motivación por el proyecto es lo que distingue a un emprendedor, además de la capacidad para asumir un reto con una actitud valiente, alejada de las zonas de seguridad y comodidad y con ambición, positividad y compromiso. A pesar de ello, el emprendedor debe saber mantener los pies en la tierra: controlar el exceso de optimismo y de confianza. Dicho de otra manera, evitar morir de éxito.
Además de la ilusión, es importante tener formación para adaptar el proyecto a las necesidades del mercado, saber trabajar desde y para el mercado. Por ello es necesario estudiar y formarse continuamente, estar dispuesto a desaprender y asimilar formas diferentes de hacer las cosas.
Forma parte del ADN del emprendedor, además saber detectar y esperar el momento adecuado para lanzar la nueva iniciativa empresarial, el saber manejar la incertidumbre: asumir los riesgos, gestionar los reveses y los cambios que impone el mercado.
De la misma manera, resulta imprescindible tener actitud frente al fracaso, verlo como una parte más del proceso o, lo que es lo mismo, asumir que los errores forman parte de la vida empresarial y que nada sale bien a la primera. Ver el fracaso como a una oportunidad de mejora y diferenciación.