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La Esclerosis Múltiple es una enfermedad autoinmunitaria que afecta al cerebro y a la médula espinal, concretamente al sistema nervioso central. Es muy común entre la población de 20 a 30 años, con mucha más frecuencia en mujeres que hombres. En los casos más severos, esta enfermedad puede provocar una movilidad reducida o la invalidez completa. 

Dependiendo de en qué tejidos nerviosos estén afectados, la Esclerosis Múltiple puede manifestarse de maneras muy diferentes. No todos los síntomas aparecen en todas las personas, ni lo hacen con la misma intensidad. Este es el motivo por el que también se la conoce como ‘la enfermedad de las mil caras’. Estos son algunos de los síntomas que se pueden experimentar:

• Los dolores son frecuentes en esta enfermedad. Puede manifestarse como dolor neuropático, causado por el daño que provoca en el sistema nervioso, o dolor musculoesquelético en la espalda, cuello o articulaciones. 
• La fatiga se presenta en el 80% de las personas. Interfiere en las actividades diarias y puede ser el síntoma más importante en personas que no padecen el síntoma principal: el dolor.
• Los pacientes pueden padecer disfunciones intestinales o alteraciones en el funcionamiento de la vejiga. El estreñimiento es otro síntoma, aunque puede controlarse con una dieta adecuada y actividad física. 
• Puede experimentarse deterioro de los músculos o de los tejidos nerviosos que estimulan a los músculos, traduciéndose como debilidad. Las técnicas de rehabilitación y diversas estrategias de apoyo ayudan a facilitar la vida diaria de personas con Esclerosis Múltiple.  
• Los pacientes pueden experimentar mareos o falta de equilibrio, así como vértigos, teniendo la sensación de que el lugar en el que se encuentran está en contante movimiento.   
• Un síntoma menos frecuente son los temblores, pero se pueden presentar en diversas partes del cuerpo por daños en los tejidos nerviosos responsables de la coordinación del movimiento.

Muchas personas con Esclerosis Múltiple experimentan alteraciones de la salud mental, con periodos de depresión y ansiedad. El motivo es el miedo a enfrentarse a una enfermedad crónica, pues dicho diagnóstico puede tener un fuerte impacto en la persona que acaba de recibir los resultados, así como en su entorno más cercano. 

No obstante, el tiempo es un factor clave. Actualmente no existe una prueba única para determinar si una persona tiene la enfermedad y, en muchas ocasiones, los síntomas pueden confundirse con otras enfermedades, por lo que un diagnostico adecuado puede retrasarse. Es esencial educar a la población sobre la importancia de un diagnóstico precoz y de los efectos negativos de retrasar el tratamiento. 

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