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Un ambiente laboral sano influye en el buen desempeño de los trabajadores. Por ello, son muchas las empresas que se han trazado como objetivo conciliar sus intereses con los de sus trabajadores, ya que estos pasan gran parte de su tiempo en el entorno laboral, para así desarrollar un mayor sentido de pertenencia, compromiso y motivación que los lleve a ofrecer un mejor servicio  a la compañía, además de mejorar su calidad de vida.

El bienestar físico y mental de los trabajadores, por tanto, es indispensable para un óptimo rendimiento  y es por eso que todo lugar de trabajo  debe cuidar y velar por la salud, tranquilidad, comodidad y desarrollo de sus empleados.

Por el contrario, un mal ambiente laboral genera un ambiente tóxico que da lugar a conflictos y la desmotivación de los empleados,  llegando a producir incluso desajustes en el correcto funcionamiento de la empresa.

Por ello, es fundamental que la dirección o los responsables de recursos humanos deban saber identificar a tiempo aquellas situaciones antes de que se desencadenen graves conflictos.

Algunas de las señales más comunes de que el ambiente de trabajo necesita mejorar son las siguientes. Cuando se producen conflictos de intereses o si no existe la suficiente comunicación en la empresa, o incluso, en las situaciones que se producen choques entre los empleados por no seguir unas mismas creencias o estilos de vida, es decir, cuando no existe un clima de tolerancia en la oficina.

Sin embargo, por suerte, existen varias estrategias para conseguir fortalecer las relaciones y que las partes implicadas en el conflicto puedan llegar a un acuerdo. Para ello, es clave emplear una escucha activa y asegurarse de que ambas partes tienen  la oportunidad de dar su opinión sobre el tema que les preocupa, además de lidiar con los  conflictos de forma colaborativa, definir unas reglas de comportamiento en el trabajo y aprender a controlar las emociones y hacer un esfuerzo por ser más tolerante.