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En el ámbito laboral, los efectos más estudiados del ruido sobre el comportamiento han sido los que afectan al rendimiento y al comportamiento social, especialmente, a la comunicación. Dependiendo del lugar de trabajo, la exposición puede afectar de manera más evidente o menos. No es lo mismo para quien trabaja en una fábrica como para quien trabaja en una oficina, pero en ambos casos existe la misma complicación.

Es posible conseguir un mayor bienestar y rendimiento del trabajador con unas medidas básicas para reducir el ruido, y alcanzar el confort acústico en el lugar de trabajo.

Este concepto – confort acústico – es el nivel de ruido aceptado como confortable para los trabajadores, es decir, aquel que no es molesto, y por tanto, permite seguir con la actividad laboral sin distracciones. Es importante tener en cuenta que, la aparición de ruidos provoca en las personas un cambio de atención ante el nuevo estímulo y, si éste es continuado, puede afectar en detrimento de su actividad laboral.

¿Y cómo podemos conseguir el confort acústico?

En primer lugar, las personas también generamos ruidos. Muchos son propios de la actividad laboral, y pueden molestar a aquellos que tenemos a nuestro alrededor.  Esto se podría solucionar con la utilización de materiales que insonoricen las paredes, techo y suelos, o bien, utilizando paredes que dividan el espacio. Si esta última opción no te convence, llega a un acuerdo con tus compañeros y pacta unas normas, será beneficioso para todos.

Equipos como las impresoras se pueden aislar en habitaciones que se utilicen menos para que no molesten. Así como las instalaciones y climatización que también generan ruido, se podría solucionar usando conexiones aislantes, materiales absorbentes o elementos que eviten las vibraciones.

Recomendamos, antes de nada, que la empresa haga una evaluación de los ruidos con el fin de diseñar la mejor solución. No todas las medidas correctoras tienen un coste elevado y todo ello conllevará una mejora de la productividad.